Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

26 nov 2014

UN AMOR IRREFRENABLE (1)

CAPÍTULO PRIMERO

Por accidente inevitable salieron, Elle y Lui, de sus respectivos coches - prensados, hechos puré prácticamente-, como dos energúmenos. No llegaron al puño y letra porque eran, hasta cierto punto, civilizados; cromosoma XY e XX, pero de haber sido XY e XY, seguro que aún estarían liados-y eso que esto sucederá en el futuro- y hasta habrían salido en las noticias…

Después de algunos gritos e improperios, responsabilizándose el uno al otro y viceversa de la colisión automovilística, entraron en un estado de estupor y sudor; podía influir el calendario en eso, pues era finales de junio del dos mil veintiuno, y se sentían agobiados, al borde de una lipotimia o un colapso callejero, o que sus hormonas debido al choque brutal, por no llevar el cinturón de castidad puesto, salieran despedidas y decidieran lanzarse señales químicas a través del aire.

En un momento en que dejaron de gritarse y se hizo el silencio sobre el asfalto, pasó un ángel, como suele decirse, para armonizar, y les envió un mensaje subliminal, como si del mejor publicista se tratara:
-Llegad a un acuerdo, llegad a un acuerdoooo, que si no va a ser peor para los dos.

El ángel se dio media vuelta y vislumbró a unos pocos metros a Cupido lanzando una de sus flechitas…
-Tío, espera a que termine yo ¿no?... Estoy haciendo mi trabajo. Luego entras tú.
-Perdona, hombre. Yo sólo quería, aprovechando la magia envolvente de esa atmósfera que has creado, reforzar ese sentimiento… ¡Yo soy un mandado! A mí me dicen que pacá y pacá o que pallá y pallá. ¿Quién te ha enviado a ti?
-San Peter. ¿Y a ti?
-¡Agüita, pues estos están predestinados…! A mí la diosa folklore, ¿la conoces?... la de los famosos…
-Me suena. Aunque no sé si tengo muy buenas referencias de ella… ¿Pero no trabajabas antes para la diosa Diana, la de la caza?
-Sí, sí, pero me llamaron de los mundillos de la tele para darme un puesto de cupido-reportero y accedí.
-¿Sabes que han ascendido a Campanilla, a reina de las hadas?
-¿Qué me dices?... Y a dedo, seguro…
-Por ahí va la cosa… Mucho trasiego de dedo… ahora algunos van en autostop, de un lado para otro... del piso de abajo al piso de arriba… ya me entiendes.
-¡Qué vergüenza! Pues yo estoy sin vacaciones este año.
-Pues a mí aún no me han ingresado lo correspondiente a la nómina de septiembre… y La horas extras hace una eternidad y pico que no nos las pagan.
-Increíble… ¡Cómo está el panorama musical!
-Venga pues remátalos y nos vamos de cañas. Que están ahí, esperando, a punto de caramelo… Mírales que caritas de tontos tienen… Ya casi se aman. Qué ternura… ¡y lo poco que dura esto tan bueno, coño!
-Muy poco… apenas un chispazo y luego, zas, desaparece… Porque uno ama su trabajo que si no…
-Se ponen requeteguapos, es un gusto verlos… Les brillan los ojos y todo.
-Sí, les hacen chiribitas, y a ambos les parece bien cualquier cosa del otro. Se vuelven medio lelos. No ven más que las virtudes. Y luego… adiós magia.  
-Tú empresa debería dar al menos garantía por un año a partir de la fecha de adquisición del sentimiento.
-Ufff, eso sería la ruina. Es producto perecedero. No hemos conseguido inventar el amor infinito. Estamos en ello pero… lleva su tiempo.

En medio de aquél discurso dialogado de Cupido y del ángel de la paz, sobre el amor fugaz, los recién captados empiezan a inquietarse:

-Bueno, perdonen… nosotros nos vamos a ir yendo… y si eso, les dejamos ahí con su charlita… Siempre y cuando les parezca bien. Como nos estamos enamorando, compréndanlo, nos cuesta enterarnos de lo que pasa alrededor de nosotros. Estamos, como flotando dentro de una burbuja de amor y se nos está empañando con tanto rollo prosaico. No captamos un carajo. -Interrumpió el accidentado varón.
-No, tranquilos, si ya estamos terminando. Es que nos conocemos de tiempo, ¿saben? Sólo estábamos "colegueando" un poco… Los que nos vamos somos nosotros y les dejamos ahí, con su amor verdadero y los dos coches hechos polvo. Deben ahora llamar al seguro y todo el rollo ese. A esto no nos quedamos ya. Ahí se las apañen. Nos vamos de bares.
-Pues gracias y feliz jornada.-Les despidió Elle, la parte femenina de la colisión, pues su educación había salido indemne del accidente.
-Igualmente, majos. Y perdonad los síntomas de enajenación mental transitoria y los efectos secundarios… que vendrán después.

Ángeles Córdoba Tordesillas © 

Acuarelita rápida, hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

4 comentarios:

  1. ¡Ayyy...! También hay obsolescencia programada en los sentimientos... ¡Qué panorama! Y la garantía sólo cubre hasta el día antes. Claro que eso no es nada frente a los problemas laborales de las olímpicas entidades celestiales... ¡¡Cómo está el patio!!

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    1. Pues sí, figúrate Francisco, cómo está el patio... ¡Cómo para patinar sobre él! Son las cosas de la vida, son las cosas del querer, que diría la canción.
      Gracias por tu comprensión acerca de los problemas laborales de esos seres angelicales. Como verás, hay algunos males que cien años dura... y llega hasta las alturas.

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  2. Fátima Reyes Garcia26 de noviembre de 2014, 21:52

    Jijjiji...ay Ángel,la historia me chifla,y en cierto modo hasta me identifico con el ángel,por eso de la nómina que no llega...¡mecachis!

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    1. Vaya... yo creí que era el ángel el que se identificaba contigo... ¿Lo habré escrito bien?... Olvidé mencionarte, Fátima. Me alegro que te chifle. Y espero que te llegue lo que legalmente te corresponde. Un abrazo.

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