Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

14 ene 2015

EL INACABADO SEÑOR LA MENTO



Hombre de múltiples recursos. Estratega magno. Parricida de pocos años. En la universidad le tenían en una consideración sorprendente. Le llamaban de usted hasta los arbustos del jardín… Sabía las tablas de multiplicar y de windsurf y atarse los cordones de la lengua. 

Fui compañero suyo una tarde de domingo en el banco de la iglesia. No solía acudir a misa pero ese día me sobraba tiempo, después de haber ido a recoger unas chaquetas que les tenían que poner rodilleras. Total… pasaba por delante de la puerta. Entré.

Era un roble. Silencioso y “echao palante”. Despedía rayos ultravioletas y maravedíes.Yo no lo veía tan extraño al menda… pese a que dijeran… cosas más raras he visto. Huy, si yo hablara… Bueno, si estoy hablando.

El caso es que Teodosio, que así se llamaba el pinturita, más el apellido La Mento, que se las traía también, se las daba de chulo real y, con pinta de Mortadelo de tebeo y buena disposición, me invitó a pasar con él unos días, en la "choza" que tenía, a las afueras de su pueblo, para las vacaciones de Semana Santa… A ver, tanta misa, tanta misa…  termina en eso. 

Fui sin pensarlo demasiado. Para algunas cosas uno es lanzado sin reflexionar. Pero me arrepentí y no de mis pecados. Fue por lo siguiente:

Casi fallezco de un ataque de risa. Me dolían los intestinos de carcajearme. Me sacó un cuchillo pequeñito -como de matar el rato- más chiquito era, que una mini cuchilla de afeitar sapos, y me desternillé allí mismo. Me pidió disculpas y se justificó diciendo que llevaba tiempo sin pasar un fin de semana en esa casa campestre y no recordaba cómo andaba de cubertería. Hachas no usaba, las había vendido todas al director de El resplandor, para hacer un viaje por las Bahamas.

-No pasa nada, le dije, para calmarle. -Menudo berrinche tenía el buen homicida…-Mira, podemos hacer esto: Vamos a esquiar que no sé. Me enseñas y listo. Todo olvidado. O con un poco de suerte me mato y te ahorro el crimen en fin de semana, que la pena es mayor y además con premeditación y alevosía, la cosa se te podría complicar muchísimo, y no quiero yo eso. Pero déjame que lo comente antes, en una historieta de estas “vidas sencillas” que estoy escribiendo ahora, en un arrebato de estupidez cristalizada. 

Muy amablemente me dijo que sí, pero que no me ensañara. 
-¡Mira quién ha ido a hablar!... No me hagas reír más que reviento, en serio.- Me dio la mano y le tomé el pelo. Y quedamos tan amigos.

Ya no recuerdo exactamente cuál era la historia que iba a contar… He perdido el hilo completamente. Se me habrá ido el santo al cielo o el asesino al infierno. Tendré que ir a la modista que me remendó las rebecas, por más carrete. Esperadme aquí, que enseguida vuelvo. 

Ángel C. T. ©2014

12 comentarios:

  1. Bueno, jajaja, Teodosio era un "lanzao" del lamento y el asesinato en plan cutre de lux, la de cosas que le pueden pasar a uno por ir a misa.
    Pero que bien cuentas estos pequeños relatos y cómo me encantan.

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    1. Gracias Manolo. Y ojito con meterte mucho con Teodosio que creo que todavía anda suelto por ahí, a pesar de ser un frustrado asesino en serie... de televisión.

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  2. Fátima Reyes García.14 de enero de 2015, 20:06

    Eres única, genuina y genial, las risas que me he echado, han calmado mi estado de ansiedad,¡gracias amiga!

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    1. ¡Cuánto me alegro, Fátima! Ese es el propósito de estos relatos de "terror benéfico" que lo denomino yo... como cuando te matan... de la risa.
      Por cierto, querida amiga... si necesitas algo de hilo para "aquella aguja encontrada"... no tienes más que pedirlo. Gracias por tus halagos geniales.

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  3. "Cuchillo pequeñito, como de matar el rato..." Pero mira que eres genial. Me has curado el trancazo de lo que he sudado riendo a mandíbula batiente como de Turmix. ¡Buenísimo!

    ¡Ah! y muy coherente. Como siempre.

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    1. Gracias por tus halagos, Francisco. Hay silencios que se pueden cortar con tijera y comentarios que no se deberían nunca cortar, ni censurar, como este tuyo. Pensaré en ofrecer mis servicios como curandera literaria...

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  4. Jajajajaja...requetegenial, Angel. Eres un arcoíris de invenciones y derrochas creatividad y destreza en la palabra. Gracias por la sonrisa que me has dejado impresa. ;-)

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    1. Qué bien, Susana. Con lo bien que te sienta esa sonrisa impresa...
      Gracias, amiga, por seguir con interés todos estos trajines dialécticos sin marearte y por tus palabras de ánimo.
      (Ahora no vengas a decirme que te mareas... )

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  5. Qué va! Al contrario , me encanta y me triplica la sonrisa :)))

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  6. Jajaajajaj, entre el Teodosio y el Serafín hoy acabas conmigo de un ataque de risa de esos que "duelen hasta el intestino" y ya me imagino a Kubrick comprándole hachas al ¿bueno? de Teodosio....y ahora que hablamos de eso: "no es un hacha" el hombre en esto de cometer crímenes.

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    1. Pues cuanto me alegro, Arantza, que te vayas a la cama hoy, atacada de la risa que no por la risa... (Esta es otra que a veces también intenta acabar con nosotros). Mira, Teodosio se quedó sin su crimencito de fin de semana, hecho polvo el hombre... y el que narra la historia se fue tan feliz a buscar el hilo perdido... Total, el final me quedó sin rematar, por falta de crimen y de hilo. Otra vez será. Gracias, por tu participación.

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