Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

12 feb 2015

DE ALTOS VUELOS

 “Al margen de la edad, soy una chavala. Y aparte de depresiones,  neurosis u obsesiones, lo más conveniente es limpiarse el cutis por la noche de restos de maquillaje u otras coberturas nacionales, sin hacer escala. Abróchense los cinturones… vamos a despegar”. Monologaba, mientras se miraba en el espejo con sus cuarenta y seis años.

Anamaría retiró la etiqueta del bote de crema y lo abrió para extenderse la mascarilla, pese que había suficiente oxígeno en la habitación. Al mismo tiempo, se daba cuenta de cuánto le apretaba el cinturón… Pero no había más remedio, la situación económica no era buena… temporalmente. Para la primavera iría mejor… Cosas de las estaciones… en la próxima se bajaría, a falta de pista de aterrizaje. Ya no acusaba el jet lag. Ni echaba de menos los panchitos rancios y engordadores ¡pero cómo se acordaba de esas alas!… a ambos lados, no de pollo. Y no tenía en su botiquín nada para accidentes ni para salvar vidas a extraños. Situación desesperadamente tranquila… dentro de lo que cabe… más que en  la añorada cabina... Cualquier lugar era amplio, comparado con ese cuchitril y también con aquel aseo... cualquier evacuación era de salida de emergencia.   

-Vaya panorama… -Compartió su punto de vista, razonablemente estrecho, como el pasillo de su casa, y la tarta que estaba a punto, por tratarse del día que se trataba.
-Sí… buenas vistas. –Añadió su amiga íntima, para seguirle la corriente. Sabía que estaba sensible debido a su delicada situación y a la atmósfera de vientos no favorables.
-Nada, que no hay forma de olvidarme de mi antigua profesión… Dichoso paro.
-Resopla… las velas del cumple, chica. ¡Muchas felicidades! ¿Has pedido el deseo?
-Algo de trabajo remunerado… y de altos vuelos.
-¿Quieres que te cante el cumpleaños feliz o inocente-inocente?... ¡Aterriza, mujer!
-Gracias por animarme... No dejes de recordármelo, no ¿Me elevas por los aires para luego dejarme caer. Devuélveme la manta de mi nave… y quédate con todo lo demás.

Ángel C. T. 2014   

2 comentarios:

  1. Fátima Reyes Garcia25 de febrero de 2015, 13:14

    Cómo me "suena" éste relato, Ángel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, imagino que te suena. A ver si en el futuro estas situaciones mejoran para todos. Utilizo el sentido del humor para intentar desdramatizar algunas situaciones muy complicadas. La risa es salud y las sonrisas nos ayudan a afrontar los problemas con más optimismo y ánimo. Un abrazo, amiga y mucha suerte.

      Eliminar