Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

27 feb 2015

TOMA-DURA DE PELOS

-¡Silencio… se rueda!
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-No me enredes.-Le dijo un pelo femenino a otro masculino.
-No te preocupes… no soy de aventuras fáciles. Cuando me comprometo, me compro un metro.-Advirtió el otro. Quedándose más largo que ancho. 
-Pues yo una laca-motora, y a correr, no te digo… o una peluca protectora.
-Vaya corte que me has dado... y eso no se lo consiento a nadie. Nada favorecedor, por otra parte. No te pases conmigo ni un pelo, te lo advierto.
-¡Anda ahí que te ondulen!
-Y a ti que te cepillen.

Y el uno al otro, enfurecidos, se mesaron los cabellos a troche y mechas.  
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-¡Corten!... Bien… ahora la toma blanda.-Ordenó la directora.
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Y ambos cabellos se tomaron del pelo y se envellesaron:

-Siempre nos quedará algún rulo por compartir…-Dijo el masculino.
-O alguna horquilla ajustada…-añadió el femenino, envellesada todavía…
 -Me gustan tus reflejos, te lo digo como lo siento.
-Gracias por el cumplido.
-¡Mi cabello de ángel... eres en mi vida, como un baño de color! Y no te rubo-rices que te veo.
-Pues tú, el cabello más cabelleroso que he conocido hasta hoy. Quiero una relación contigo...permanente.
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Un pelín más tarde:

-Se me ha puesto el pelo de punta, con la última escena- Confesó la directora al guionista, al terminar de rodarla.
-Es que está muy lograda. Realismo puro. Vamos, te invito a un café… para celebrarlo. Mi pelo va detrás del tuyo… desde hace días. ¿No te habías dado cuenta?
-Para nada… ¡Qué vello es vivir!

Ángel C. T. 2014  


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