Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

6 mar 2015

CERCA DE LA PRIMAVERA

Amándose a destiempo.
Días brillantes, radiantes,
sin sonrisas que ponerse.
Y para ella, 
una celebración colmada
de entusiasmo y pasión.
En el transcurso de este invierno negligente
a punto de morir asfixiado por el polen
y la lozanía de la vida resurgiendo,
nuevamente,
centinela de nuestros sueños,
nos cruzamos y desbaratamos.
En el abrupto escalón hacia la primavera,
con los ánimos a flor de llantos
y de ponientes soles aletargados,
tras nubes colindantes con la noche,
sé que afrontas tus silencios
como buenamente puedes.
Que te escondes de malestares,
te sumerges en tus vacíos existenciales,
en tus soledades,
allí, donde no puede entrar nadie.
Y lo sé, amor,
porque me resultan tan familiares…
Los cambios de estación
no son para los viajeros
sin equipaje,
son para los valientes
que asomados a las ventanillas
divisan un paisaje que, de repente,
les resulta, desasosegadamente, extraño.
Pero allá van, dispuestos a conquistarlo
como buenamente pueden…

(Dedicado a todas esas almas calladas que gritan por dentro)


Ángel C. T. ©2013 

6 comentarios:

  1. Hermoso poema, emotivo hasta la ensoñación de un alma callada que quiere gritar al amor su silente voz.
    Maravilla Ángel.

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    1. Haya almas muy frágiles y sensibles a las que hay que querer mucho para poder escucharlas.
      Gracias por tu grato, que no grito, comentario, Manolo.

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  2. Fátima Reyes García8 de marzo de 2015, 21:18

    Es muy bueno, Ángel, hermoso y reflexivo.

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    1. Empático sobre todo, Fátima. Gracias por leerla y por tu amable comentario.

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