Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

16 mar 2015

EL HOMBRE DEL BANCO

Ese hombre sentado en un banco,
mirando al pasado o tal vez
a un futuro reservado,
tras las gafas oscuras
a veces piensa… demasiado.

Se preocupa por lo que vendrá
por lo que se fue y no pudo ser,
por lo que… ¿será alguna vez?

Ella apareció un día,
mientras se preguntaba
si sería capaz de cambiar su vida.
Alguien a quién amar,
y que le amase,
siempre ocuparía un lugar importante
en su corazón.

¿Pero eso era todo?
¿O podría dar un paso adelante,
renunciar a una rutina cómoda
por navegar a la aventura
en busca de cálidos amaneceres
y atardeceres inciertos?

¿Y si naufragase en medio el océano?
Y aún así…
¿Si sucediera el milagro de
encontrar una bonita isla
y compartirla con ella?
Solos los dos y tres palmeras
en medio del Pacífico…
¿Vivirían felices
y con las almas llenas?

Pero darle esperanzas,
podría ser cruel
si todo  se quedara en nada.

Solo sueños sin fronteras.
Imposibles que imagina,
al mediodía,
esperando la hora del almuerzo,
mientras sentado en el banco
queda su mirada presa
en algún hermoso pensamiento
que se escapa volando,
sin despedirse.
Volando…
como los años que nos quedan.

Ángeles Córdoba Tordesillas  ©


Gloria Estefan-Con los años que nos quedan por vivir

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