Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

21 mar 2015

LAS PERSONAS SOMOS CUADROS

Mis relaciones con la mayoría de las personas no son fáciles. En gran medida porque soy una persona algo rarita, probablemente desconcertante y, a menudo, difícil de entender, lo reconozco.

He descubierto, tal vez por mi vasta experiencia en relaciones complicadas, que la distancia temporal es muy saludable para que se renueven los afectos, aprendiendo a valorar aquello que teníamos y lo que, temporalmente, hemos perdido.

Esta distancia o alejamiento que cuando se produce nunca sabes lo que durará –condición si ne qua non- hace que las personas respondamos, como es habitual y humano, con un sentimiento de mayor apreciación hacia eso que teníamos u obteníamos de aquélla.

Somos así. En numerosas ocasiones sólo valoramos algo cuando creemos haberlo perdido. Incluso en muchas ocasiones hemos hasta de llorar por aquello que no supimos valorar, cuidar o mantener.

Este impasse, en muchos casos hará que se extinga esa amistad o relación determinada, se llame como se llame, da igual cómo la denominemos, y en otros hará que el vínculo que nos une a esa persona se fortalezca. Ambas cosas son positivas. En el primer caso porque, en realidad, la distancia sólo evidenciará una falta de interés y afecto que saldrá a la superficie con esa situación pero que ya existía, pues no había amor verdadero. Y en el segundo porque se comprobará que hay una base sincera de afecto y respeto por el otro, sobre la que se asentará en una próxima etapa esa relación, ahora mucho más sincera.

Deja pues que la gente se aleje, si así lo desea. No tengas miedo a soltar, a dejar ir. Si han de volver, volverán. La soledad no depende de la falta de personas a tu alrededor, sólo depende de lo lejos que las tengas de tu corazón y de tu falta de apoyo a ti mismo. Muchas personas cerca de ti y un corazón vacío por falta de amor hacia ellas, es la verdadera soledad y no, el carecer de compañía.

Las personas somos como cuadros. Cada uno, único y magnífico, bonito o feo, con más o menos color, con más o menos luz… Y con un marco que nos envuelve, nuestro cuerpo, que solamente tiene la función de resaltar o realzar aquello que de verdad somos. Puede ser un magnífico marco, labrado de forma maravillosa, pero si la pintura tiene poca belleza, resaltará esa escasa belleza, si por el contrario es una hermosa obra, el marco, a pesar de que carezca de especiales atributos, e incluso tenga la máxima sencillez, realzará una gran obra.

Y la distancia ayuda a ver el cuadro en toda su grandeza. Aprender a separarse lo suficiente para percibir, no sólo los detalles en los que, con demasiada frecuencia, nos quedamos detenidos con enorme fijación, sino a verlo en su totalidad. Ver globalmente toda la obra y poder así saberla apreciar y llegar a amarla.

Ángel C. T.  ©2015

Pintura hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

6 comentarios:

  1. Estoy prácticamente de acuerdo contigo. Yo creo no obstante que todo es muy subjetivo, que depende del vínculo, de la distancia, de las ausencias, en definitiva, de las personas. Hay ausencias que ayudan a afianzar una determinada relación, pero corremos el riesgo de mitificar la ausencia si es prolongada.

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    1. Es solamente un punto de vista, surgido después de una reflexión y fruto de varias experiencias personales. En esos caso la distancia física y temporal fue muy positiva ya que hizo que ambas partes apreciáramos más a la otra.
      Gracias por compartir el tuyo, Manolo. Efectivamente todo es subjetivo y relativo porque si no, estaríamos hablando de verdades absolutas y de eso no hay nada en esta nube. Casos y cosas...
      Te envío un fuerte abrazo que sé que te llegará a pesar de la distancia física que nos separa, amigo.

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  2. Me ha llegado pese a la distancia ¿Te llegó el mío? Seguro que sí mi querida amiga.

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  3. La distancia.... pero yo le doy más importancia al tiempo.
    Es el tiempo el que te enseña cómo es cada persona, con detalles que pueden parecer insignificantes, con su días buenos y malos, con sus "metidas de pata" y sus genialidades.
    Es el tiempo el que le pone a cada uno en su lugar.
    Besos!!

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    1. Eso dicen, Arantza... parece que "el tiempo" es muy ordenado con sus deberes...
      Gracias, amiga.

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