Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

30 mar 2015

QUEDÉMONOS

Quedémonos aquí,
no vayamos más allá.
Quedémonos en la seguridad,
bajo el techo del presente,
protegidos, resguardados…

¿Para qué avanzar en la oscuridad
de la incertidumbre?
Todo es claro y diáfano, ahora.
No hay posesión
ni lugares compartidos.

Correr riesgos innecesarios
no va a traernos más felicidad.
No forcemos al destino
que ha sido tan generoso, con nosotros.

Sé que no te agradarán estas palabras
pero los años van haciéndonos
algo sabios, en temas de amores
y uno aprende a apreciar lo que tiene
sin necesitar tenerlo todo.

Lo importante es que entre los dos
ese sentimiento siga latiendo.
Y late.
Tal vez no sea mucho pero no es poco…

¿Para qué desear más?
Quién sabe si el dolor nos esperaría
al final de este camino sin huellas.
Conoces de mí lo que soy, realmente.
Conozco de ti, lo que siento que eres.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

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