Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

7 abr 2015

LOCOCADIO

Se quiso hacer un transistor con unas manillas de reloj antiguo y unas patatas fritas rancias. Nadie pensó que le faltase un tornillo… a aquella radio… ni que fuera peligroso, pero…

Los días de visita, hay mucho ajetreo en el frenopático. Él se sienta junto a la ventana a mirar el patio. Dos árboles le miran inquisitivamente. Ya les ha tomado cariño, sin embargo. Enseguida, doña amapola le guiña el ojito presumida, no pierde el tiempo, sabe que los pétalos preciosos caen pronto… Hummm… ¿qué querrá ésta ahora?, se pregunta.

-Lástima que no vino nadie a verle esta tarde, Leocadio.
-Pues si hubieran venido no hubiera podido atenderles como se merecieran. He estado muy ocupado con los cactus del jardín y con una enredadera pordiosera… Perdón, esta noche no duermo solo. La amapola no quiere medicación, gracias. Tráiganme una merecida enagua... para mi niña.
-Bien, señor, usted manda. Le llevaremos también una botella de cava, antes de que suban el precio, si acaso se independizase Cataluña… y unas fresas con nata en la suite nupcial.
-No se moleste. Mi amapola es abstemia y yo, ya sabe… no puedo mezclar alcohol y psicofármacos… Estoy pirado pero no soy idiota, sor Discusión. No me siga la onda como a los locos. Bona nit. 
-Soy árbol, de rama de filosofía y letras, sor para usted cuando diga.-Consintió el árbol, por no discutir.  
-No perdamos ni un minuto más, amor, me quedan tres pétalos consentidos. Ahora o nunca -Dijo la amapola.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado a una amapola abandonada en medio de la calle y aún viva.

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