Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

21 jun 2015

LLEGÓ EL VERANO

TOC, TOC.

-¿Quién es?- Preguntó la primavera.
-Soy el verano-Respondió el verano.
-Espera un momento. Todavía estoy terminando de preparar las maletas y me voy donde me quieran o hasta el próximo año.
-Muy bien, estoy disponible y dispuesto, desde hace unas horas, para entrar en escena y tomar el relevo.
-Menudas prisas tiene éste… A ver con qué afanes viene.
-Te estoy escuchando detrás de la puerta. Abre de una vez que sales con retraso importante y no quiero empezar mi temporada enfurruñado. Deja, si eso, el maquillaje para luego. Te acompañaré hasta la parada de autobús más cercana para demostrarte que vengo con ganas y buen humor a estrenarme.
-Como quieras, pero vuelvo caminando por donde he venido… si aquí ya no se me quiere. A ver qué haces, ahora, con todas esas flores con las que he adornado los campos que eres muy capaz de secarlas en breve, sin piedad, y asfixiar a los pajaritos con altas temperaturas incontrolables.
-Vaya, vaya… anda que te vas contenta.
-Me voy con buenos recuerdos que es lo importante. Te dejo solo y apáñatelas como puedas, con los amarillos.
-¿Pues sabes qué?... A pesar de todo, voy a acompañarte un tramo del camino, porque soy un caballero y te llevaré ese equipaje, cargado de pólenes que tienes. Y te diré adiós, sin rencores, a ti, a los catarros indefinidos, y a las alergias primaverales... que todos tenemos algo por lo que callar.

Ángel C. T. ©

Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

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