Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

12 jul 2015

EL PASTOR

-Hola.
-Hola.
-¿Vas de paseo?
-Sí, de paseo.
-¡Eso es muy sano!
-Son bonitas sus ovejas.
-¿Son bonitas?
-Sí, muy bonitas. Muy blanquitas todas.
-Sí, son blanquitas.
-¿Y son buenas?
-¿Mis ovejas?
-Sí.
-Hombre, hay que tratarlas bien.
-Claro. ¿Y sabe cuántas son?
-Sí, cincuenta y ocho.
-¿Exactamente?
-¡Exactamente!
-¿Y las conoce a todas?
-A todas y a cada una de ellas.
-¿Alguna se llama Copito de Nieve?
-No. ¿Por qué?
-Por nada, asociación de ideas... ¿Y conoce a cada una por su nombre?
-Si no tienen nombre.
-¡¿Qué me dice?!... Entonces yo puedo decirle que ésa es mía y es mía.
-De eso nada, monada. Son todas mías.
-Pero si no tienen nombre ni apellido, pueden ser de cualquiera…
-¡Que no! Son sólo mías. Y cada cierto tiempo les analizan la sangre.
-¿Para qué? ¿Para saber su ADN?
-Para asegurarse de que están sanitas.
-¿Y lo están?
-De momento sí. Muy sanas todas.
-¿Y las saca a pasear todos los días?
-Y dos veces. Una por la mañana…
-No me lo diga: ¡Y otra por la tarde!
-Eso es. Antes las llevaba hasta la presa y pasábamos allí el día entero pero luego, como tenía que traerlas a casa a beber y a dormir, pues ya no voy, porque para pasar calor…
-¿Pero allí en la presa no podían beber?
-Sí.
-Entonces…
-Que está muy lejos y para pasar calor...
-No entiendo bien…si podían beber allí entonces podría seguir yendo con ellas a la presa ¿verdad? Seguramente les gustaría más pastar por allá que por acá…
-Pero como luego las tengo que traer a casa a dormir, para pasar calor...
-¡Pues déjelas a dormir allí!
-¿Pero allí, cómo vamos a dormir?
-¡Ah qué se yo, para no tener que venir a su casa!
-Hombre es que entonces nos quedamos a vivir allí.
-¿Y tampoco es eso, claro?
-Tampoco es eso.
-Pero señor pastor, con todos mis respetos, que me está dando la impresión de que, no es por la sed ni por el sueño de las ovejas, lo que pasa es que usted no quiere pasar calor y ya está.
-No quiero pasar calor, no…
-Pues diga eso y terminamos antes.
-¿Por qué? ¿Tienes prisa, por un paseo?
-No, por un paseo no, es que se nos está haciendo de noche con este diálogo y a ver si va a venir el lobo y se va a comer a sus ovejitas…
-¿Qué lobo?
-El que baja del monte y se come a las ovejas normalmente, vamos… digo yo, que será así.
-Si aquí no hay lobos.
-¡¿Qué no hay lobos?!¿Pero en qué pueblo vivo yo?
-¡En éste!
-Ya… ¿Entonces nadie se come a sus ovejas?
-Sí. Vendo a un restaurante los corderos para comerlos.
-Anda... ¡Entonces, los lobos somos nosotros!
-Hay que vivir de algo…
-¿Y no le da pena?
-Hombre, es que si me diera pena, tendría quinientas.
-¿Y?
-¿Que para qué tantas…?
-Perdone… Ejém…Antes de irme… sólo una última preguntita.
-Dime…
-¿No preferiría alquilarlas como remedio para el insomnio?
-¿Por qué?
-Porque así podría llegar a tener todas las que quisiera y cuantas más mejor.
-Oye, pues si tú encuentras por ahí a quién alquilárselas, llegamos a un acuerdo ¿Vale?
-¡Vale! pero otro día que se me están durmiendo los pies, de tanto contar ovejitas…

(Basado en un hecho real. Los nombres de las protagonistas principales han sido sustituidos por otros, para preservar su identidad… ¡Ah no, que las ovejas no tienen nombre!)

Ángel C. T. ©2012

Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

2 comentarios:

  1. Original y divertido diálogo; lo que eres capaz de obtener con esta charla sobre las ovejas, su destino; incluso de sacarles el partido de alquilarlas a los insomnes, jajaja. Remedio que me da que no sirve.

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    1. ¡¿Que no sirve dices?!
      Pero si a mí, en el rato que duró la conversación se me durmió un pie y medio... ¡y eso que no tenían sueño!
      Gracias, Manolo.

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