Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

28 sept 2015

AMAR DE NUEVO

Pisadas de corazones.
Huellas de amores servidos en bandeja de plata
que luego el viento se llevó lejos
y nunca volvieron a besarnos…

Heridas que por momentos sangran.
Cicatrices que, creyéndolas cerradas,
se abrieron susurrantes, aún dolientes,
gimiendo,
gritando un nombre
no al azar, como en los juegos.

Prohibiciones que nos hacemos
y promesas de no volver a abrir las ventanas
de nuestro cuerpo a los rituales de la carne
por no pecar en el refugio del alma.

Y para no caer en la tentación
nos acercamos sólo a rastras,
porque tememos…
y al mismo tiempo, atraemos
aquello que nos da miedo.

Pero nos subyuga lo que nos hace recordar,
aunque sea un momento,
que somos mortales y
que un día nos quisieron.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


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