Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

30 oct 2015

NADA QUE DECIRNOS

Nada que decirnos.
Y tantas cosas por contar.
Silencio que irradia chispas
de soledad.
El espacio crece entre los dos,
A las horas
les cuesta perderse,
con un "hasta siempre",
en la niebla absurda
de memorias compartidas.
Se arrastran
fatigadas,
rogando una explicación
por ignorarlas.
La luz, una oportunidad.
Caminando a tientas
por la oscuridad
de la aventura,
ya sin emoción.
De la nada.
Nada que decir.
Entre un trago y otro,
de nostalgia por lo que se fue
y no volverá,
se ahoga la pasión,
al fondo del vaso
vacío.

Ángeles Córdoba Tordesillas. ©


Edward Hopper. 

2 comentarios:

  1. Hopper y tus letras, buena combinación en este caso.
    Hopper y dos vidas que ya no tienen nada en común, ni siquiera el roce de la tristeza por lo perdido, ni una mirada de despedida.

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    1. Nada. Cuando no queda nada y dos se empeñan en que parezca que aún les une todo. Llámalo costumbre, rutina, bienes comunes, etc. Triste pero... sucede en las mejores parejas.
      Gracias, Arantza.

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