Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

28 nov 2015

AQUÍ

Aquí sentada, respirando…

Me aferro a un suspiro de magia,
a un hálito de fantasía.

Las estrellas entran en la morada del alma
Luciendo, con sus destellos plateados,
sobre la cumbre de la esperanza,
iluminando otros sueños.

Renunciar a más ya no puedo o no sé.
O no sé y no puedo.
Tú has sido mi jardín.
Mi luz en las noches.
Mi agua en el desierto.

Y me aferro a la memoria
ondulante
que pasea revoltosa
entre mis miedos,
con tu sonrisa en sus manos.
Como si eso me fuera a traer alegría,
o la dulce danza de la paz.

Me aferro a la sombra de la nada.
Porque eso es lo que me queda
después de verte partir…

Y sé que no es bueno aferrarse
ni para el corazón un consuelo.
Lo sé.

Aquí… sentada… respirando…


Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Symphony No. 2: Adagio Appassionato - Brian Crain

2 comentarios:

  1. Yo pienso que nos tenemos que aferrar a nosotros mismos primero. A esta vida a la alegria, al amor a sentirnos bien, a disfrutar a ser felices en resumidas cuentas ya que esta vida es como un abrir y cerrar de ojos.Un abrazote

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    1. Así es. Totalmente de acuerdo contigo. Pero en la poesía se exalta el amor, las emociones intensas, puntuales, pues ése es su lenguaje. Es el modo en el que corazón se expresa, confiesa, grita... Generalmente son las pasiones humanas las que le arrastran a la necesidad de plasmar sus latidos.
      Hay amores y Amores. Tú hablas de los segundos, de los permanentes no de los temporales. En esta poesía hablo del desamor de los primeros.
      Gracias por esta aportación tan enriquecedora, Celia. Otro abrazo para ti.

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