Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

5 ene 2016

INQUIETUD Y LOS TRES DE ORIENTE

Allá va Inquietud, andando por la casa en zapatillas planas. Está a partir un piñón con el Sosiego. A ver cuánto les dura. Poco y menos, seguramente, por el carácter de ella que no es fácil de llevar, en especial los días de fiesta.

Ella más siesa que una polilla extremeña y él, con cara de “me debes una, por lo menos, pero ahora déjame que me echo una siestecita, no me molestes a no ser en caso de incendio”.

Pues estando así el panorama y con el árbol de Navidad por medio, tres mequetrefes, disfrazados de optimismo, entran por la puerta de atrás de la casa, a complicar las cosas, con la excusa de que traen un paquete, cada uno, para la inquieta. Ésta ya comenzando a ponerse nerviosa porque la visita imprevista iba a pisar el suelo recién fregado.

-Yo me llamo Tunante. Y aunque no llevo turbante, soy conquistador de imperios y de mujeres imperiales y, no en vano, te traigo para que se quede contigo el pasado ya desarmado e inofensivo. Vengo por mi cuenta y riesgo, no a través de empresa de transporte y quiero dejar esto. Pero si me das una propinita, me voy mucho más contento.
-Déjalo -Le exhortó Doña Inquietud.- Deja todo lo que quieras y haz mutis por el foro que todavía quedan dos visitantes más y no están invitados a la cena de la próxima Nochebuena. Y de propina no hablemos. No tengo obligación ninguna y cada día me gustan menos.
-Pues aquí estoy yo, feliz y contento y mi nombre es Inverso. Gracias por recibirme, como no me merezco.-dijo, anunciándose a sí mismo, el segundo.-pues me hubiera gustado algo más de agrado.
-Es que si buscabas a Miss Simpatía te has equivocado de hogar ¿Y tú qué me traes, que pueda hacerme una pizca de gracia, la misma que tú no me haces?
-Míralo bien, y sonríe si puedes, tiene sus brillos como la ilusión del presente. Y de éste se trata, precisamente. Trátalo bien y lo que venga, a partir de él, todo bueno será, ya lo verás.
-Te lo agradezco personalmente, porque el Sosiego míralo, ahí está, tirando en el sofá sin inmutarse. Lo mismo le da que vengáis a regalarme o a secuestrarme, en vivo y en directo.
-Muchacha, estoy rezagado por el invierno. Sabes que me gusta tomarme las cosas con calma…-Se justificó el Sosiego, atusándose el bigote.-Y ya que tú estás de pie y para ti son los regalos, pues recíbelos en primera persona del singular y con más interés.
-Y yo soy el tercero y último, espero. Mi presente es mucho mejor que el de ellos. Te traigo de regalo el futuro inminente. Y, por cierto, me llamo Nuncamás.
-¿Es bueno, es malo… es regular?
-¡Mujer, ya lo desenvolverás!

Y así, tal y como vinieron se fueron, los tres que no eran Los mosqueteros, ni Los Comuneros de Castilla ni, por mucho que lo quisieron, los Reyes Magos, pues el oriente del que vinieron está mucho más cercano, lógicamente, que el lejano Oriente.


(El mejor regalo es saber apreciar el presente)


Ángeles Córdoba Tordesillas ©


No hay comentarios:

Publicar un comentario