Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

9 feb 2016

UNA ROSA BLANCA

Hoy hubiera cumplido años mi tía Milagros, pero hace una semana inició ese viaje indefinido que ya necesitaba su cuerpo y su alma. Ese viaje que, antes o después, todos emprenderemos.

Cuando llega el momento en que se necesita descansar, la partida puede ser reconfortante para todos, a pesar de la tristeza de la despedida .

Ella se fue con la misma elegancia que vivió, y ante la presencia y compañía de su hija, mi prima, dejándole una gran paz en su corazón.

Antes de que termine el día, quiero dedicarle estas líneas y esta rosa blanca, como recordatorio, deseándole el mejor de los viajes.

Hasta siempre, tía.

Ángeles Córdoba Tordesillas




4 comentarios:

  1. Precioso y emotivo el recuerdo a tu tía Milgros.

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    1. Pequeñito homenaje. Tengo previsto en otro momento dedicarle otro escrito más extenso, hablando de cómo era.
      Gracias, Manolo.

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  2. Muy bonita y tierna la dedicatoria a la tia Milagros. La rosa, preciosa tambien.

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    1. La última hermana en irse, de esos ocho hijos que tuvieron nuestros abuelos. Para mí era un vínculo familiar, muy querido, con nuestro padre y ellos. Ahora nos quedan nuestros primos...
      La rosa blanca como símbolo de un alma buena, es lo primero que me vino a la mente pensando en ella.
      Un beso, Celia.

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