Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

30 mar 2016

¡HUEVOS DÍAS!

-Eusebia, a ver si puedes dejarme tres huevos que no me queda ni uno solo y quiero preparar una tortilla española.
-¡Qué va, vecina! Lo siento mucho pero es que hace cosa de un mes que alguien entra por las noches y se los lleva. Se conoce que como joyas no tengo…
-¿Qué dices?... ¡¿Qué alguien te roba los huevos por la noche?!
-Sí, eso he dicho. No sé si será delincuencia juvenil o adulta pero el caso es que día a día, veo cómo van desapareciendo. Tenía docena y media hace nada y ahora mismo que acabo de ir a echar mano de uno para mayonesa, me encuentro compuesta y sin huevos. He tenido que improvisar y hacer una bechamel, no te digo más.
-¿No será una excusa para no hacerme ese pequeño favor?
-¡No, mujer, ¿cómo puedes pensar eso de mí?! Solamente es que se ha debido correr la voz de que los huevos que tengo son ecológicos, porque me los traen de Marte, y por eso.
-Ah, bueno, siendo así, me quedo más tranquila. ¿Quién iba a decir que habría un ladrón de huevos en este barrio? Pues nada, Eusebia, que tengas un feliz día.
-Igualmente, Remigia, igualmente… Piensa que las ensaladitas también son muy saludables.
-Por cierto… ¿algún tomatito te queda por ahí para prestarme?
-¡Huy, tomates dices! Los tomates han decidido volar porque vienen de la luna y se vuelven para allá sin enterarme, como allí no hay gravedad... Ni medio me queda ahora mismo.
-Vaya, pues sí que tienes mala suerte, amiga…
-Excepto por tenerte como vecina, Remigia, ¡soy tan afortunada por ello! ¿Los buenos días ya te los he dado, verdad?
-Hummm… Sí, ésos sí que me los has dado.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


4 comentarios:

  1. Jaja, que risa con Eusebia y Remigia. Ha estado la mar de salado el dialogo. Un beso

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  2. Me he reído un rato largo Ángeles. Divertidisimo diálogo entre Eusebia y Remigia. No se si una es tacaña o si la otra es una aprovechada, o ambas cosas, jajaja.

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    1. Pues yo creo,Manolo, que Eusebia está ya un poco cansada de tanto como le pide su vecina Remigia, hasta el punto de que no parece preocuparle si se da cuenta de ello. Pero vamos, es sólo mi opinión de autora, nada más, no soy ni Remigia ni Eusebia, allá ellas con sus huevos, sus tomates, su luna y su Marte.
      Gracias por tu comentario.

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