Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

27 jul 2016

CARIDAD SIN DRAMAS

Iba Caridad por la calle, pensando en Sófocles, cuando de repente un auto de color naranja, de frente, la embistió. Ella que era obsesivo compulsiva y se planchaba hasta los tejanos con raya, se encontró en el suelo hecha un ovillo, con los pantalones manchados como para tirarlos. Es decir, un horror.

Alguien que vio el atropello en vivo y en directo, se acercó y la ayudó a levantarse. "Lo principal es que usted parece estar bien, señorita… pero no obstante llamaré a una ambulancia por si le hiciera falta que le dieran un repaso los Rayos X". Y mientras, ella se lamentaba por el deplorable estado de su atuendo.

En urgencias, tras esperar un rato a que le atendieran, un médico, mantuvo conversación ligera con ella: “Ya veo que no ha comenzado bien el día”, le dijo, haciéndose el graciosillo, pues era seguidor de El club de la comedia… “Pues no, más que nada porque lo he conocido a usted”.

Así comenzó el romance entre ellos. Un flechazo inesperado. Él, sin embargo, más amante de Eurípides, como llamaba a su propio gato, que de Sófocles. Pero con el tiempo, lograron conciliar posturas y no hubo más de tres discusiones diarias por el tema dramaturgos griegos.

El gato no quería meterse en líos y se llevaba con los dos bien; otorgaba porque callaba. Era listo y reservado y entendía perfectamente el significado del nombre de ella.

Caridad curó sus heridas físicas y emocionales pues el galeno le sometió a altas temperaturas de cariño. Además de enseñarle a jugar a los médicos como es debido.

Hoy, él lleva con mucha más alegría las guardias y ella se ha hecho monitora de Pilates, como todo hijo de vecino, y compagina sus clases con terapia cognitivo conductual para sus ritos compulsivos.

Qué bonito es el amor, cuando va de cara y cuesta arriba.

Por cierto… ¿los personajes habrán sido manejados por el destino o por el autor?

Firmado: Esquilo.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Instantánea tomada por sorpresa a Eurípides. 

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