Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

17 jul 2016

REDOBLE DE TAMBOR…

Siempre he creído que algún día diría lo que pienso de las personas que me rodean. Hoy es ese día.

En este mundo tambaleante, zigzagueante, engañoso, ilusorio, en el que nada es lo que parece y lo que parece es nada, soy la afortunada que ha tenido la gran suerte de conocer a las personas que he conocido. Cada una de ellas me ha aportado, y me aporta, algo que ha enriquecido, y enriquece, mi alma. Cada una de ellas destaca por algo único:

Quizá su comprensión o su sensibilidad, su honestidad, su luz, su generosidad, su simpatía, tal vez su inteligencia, su capacidad de amar, su ayuda desinteresada, su bondad, su elocuencia, su arte quizá, su agradable compañía, su magia envolvente, su sentido del humor inigualable… Algunas, incluso, con todo esto y mucho más.

Sin duda, soy una privilegiada por estar rodeada de personas sabias.

Sí, cada una de vosotras, con vuestra peculiar forma de ser, convierte mi vida en un lugar en donde es una delicia pasear y contemplar el paisaje que lo envuelve, lleno de sol, amor, amistad y alegría.

Aprecio y agradezco el regalo que me hacéis con vuestra existencia y vuestra presencia. Os abrazo.

Feliz día a todos.

Ángeles Córdoba Tordesillas

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