Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

18 ago 2016

TRASIEGO ESTIVAL SIN FESTIVAL

Torremolinos, harto de tanto gentío, por el que se sentía acosado cada verano, se cambió de provincia así, de forma repentina y espontánea, llevándose consigo la playa.

Es decir, que en un agosto cualquiera, éste, por ejemplo, se vino a los alrededores de Madrid, trayéndola bajo el brazo bien doblada. Bueno... y también un botijo con tres mosquitos rodeándolo, que todo hay que decirlo.

-¡Señor mío, que no soy el Metro urbano y lo parezco! Es que todos los veranos los mismo... De bote en bote estoy, y no me refiero al Club Náutico. Esto parece cada año la invasión de Atila y los Hunos.

Ahora podemos disfrutar de montaña y de mar, los de mi pueblo, por gentileza de otro, costero, que se cambió de lugar, pues se cansó de que le clavaran tantas sombrillas en su arena fina.

-¡Que no soy un queso gruyère ni quiero serlo, córcholis!-Protestó el emigrante costero.
-Qué delicadeza… -Murmuraron algunos aludidos, hinchando ya sus colchonetas, y con ironía playera.

Después de que Málaga y el resto de la costa mediterránea del sur de España, se encogieran de hombros ante semejante fenómeno tránsfugo-geográfico, otros lugares del país quieren seguir el ejemplo de Torremolinos; al que ahora han apodado cariñosamente Corremolinos, y ya están preparando los bártulos para poder disfrutar de veranos más sosegados. Realmente hay muchos que están desesperados por unas vacaciones largas. Creo que las necesitan, hay que comprenderlos.

En la Comunidad de Extremadura, se están frotando las manos. Dicen que en el último enero, pidieron ese deseo a los Reyes Magos: “Por favor, Baltasar, ni un verano más sin mar”, escribieron en sus cartas.

Y en la zona de Zamora, los alcaldes de algunas localidades ofrecen casa gratis y un año, garantizado, sin pesca, para que se animen los pueblitos de al lado de Corremolinos, o sea, los pueblos vecinos. “Y aquí nada de clavar sombrillas -pregona el alcalde- Pueden ustedes estar tranquilos. Solamente pasearemos descalzos por la orilla y luciremos palmito y, alguna que otra, la parte de arriba”.

Benidorm se lo está pensando…

Ángeles Córdoba Tordesillas ©



2 comentarios: