Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

10 sept 2016

UNOS AÑOS MÁS TARDE

Él pasó.
Y las horas…
y los meses con él.

Él se fue.
Y unos años después
ella vive todavía.

A su paso arrastró
planes y esperanzas.

Todos los venenos
de la naturaleza
depositó con el aguijón
de las promesas,
en su alma.

Arrasó
con la calma y la quietud.
con el brillo de las pléyades.
Tempestades
de mares de lágrimas
cubrieron su ausencia.

Terremotos de agua.
Maremotos de tierra.
Sueños incumplidos
arrugan hoy su cara.

Besos que murieron
de hambre
en el exilio.

Caricias que se perdieron
en el olvido.
Certezas desvanecidas
en niebla de madrugada.

Ellos vivieron juntos,
adornando con su amor
un universo mágico
que inventaron.

Y él pasó
a la historia de su
historia,
al ritmo del aliento
del dolor.

A su paso se llevó
el hogar, la leña, el cobijo.

Pero las huellas que dejó,
en su carne y en su memoria,
no se borrarán jamás…
por mil vidas
que ella viva.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


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