Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

6 nov 2016

JONÁS, DELINCUENTE HABITUAL

-A ver Jonás, ¿reconoce usted estos agujeros?- Interrogó el detective al intrépido ratero.
-¿Cuáles?...
-No se haga el tonto- Dijo el profesional, señalando el queso, mientras el arrestado miraba para otro lado, jugando al despiste.
–Hummm... ¿no es un queso gruyere?- Preguntó el que había sido detenido ya anteriormente por varios delitos parecidos.
-No. Los agujeros se han hecho después del queso.
-Pues ni idea.
-Observe bien estas señales, de dos dientecitos, que alguien ha clavado en él, con intenciones asesinas, sin duda, ¿no le recuerdan a otros, familiares, tal vez vistos en su espejo?
-Déjeme pensar, déjeme pensar... No, para nada. Es la primera vez que los veo.
-¡Tendrá poca vergüenza o ninguna! ¡Muéstreme los suyos, ahora mismo!- Exhortó el felino, sagazmente.

Pero aprovechando una compleja contorsión que realizó, para estirar su columna vertebral, ¡zas!, el ratoncito se escabulló entre sus patas y se coló de nuevo en la ratonera.

-¡Ya me la ha vuelto a dar con queso, maldita sea! Es tremendo este Jonás “delincuente habitual”. Mucho peor todavía que el Ratoncito Pérez;al menos éste a cambio deja alguna moneda pero entre el uno y el otro me tienen aterrorizado al barrio entero, con sus innumerables hurtos nocturnos. No sé qué voy a hacer con ellos. Iré a tomar mi ración de comida diaria con un poquito de agua, mientras lo pienso. Y no se le tragará una ballena, no, al tal Jonás… Grrrr.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


SE BUSCA. Jonás, delincuente habitual.
(Ilustración mal hecha, por estas gafitas que Dios me ha dado)

2 comentarios:

  1. Muy graciosa esta historia, Angel. Un abrazo

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    1. ¿Muy graciosa?... Pregúntale al gato, verás lo que te dice, Celia.
      Gracias.

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