Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

6 dic 2016

POEMAS LICENCIADOS

Hay poemas tan sublimes
que te arrastran al núcleo de la belleza.


No puedes apartar de ellos los ojos,
como cuadro pintado que te embelesa.


Ni dejar de leerlos o escucharlos,
como melodías de besos.
Te envuelven en una luz sanadora
que te resucita por dentro
sin haber muerto todavía.


Son esos poemas que una querría haber parido,
sin haberlos gestado.
Que se hubieran desprendido de un sentimiento propio
sin necesidad de escribirlos.


Hay algunos que te subyugan,
que te roban lo más recóndito que guardas
para sacarlo sólo en la intimidad de las lágrimas.


Que te bañan de emoción.
Que te atrapan.
Y no puedes ni quieres resistirte.
Sucumbes a su verdad,
a esos versos que parecen derramarse,
como se desborda la felicidad del alma...


Poemas así, son totalmente ajenos a lo ajeno
y libres de todo dueño.
Nunca serán pertenencia de nadie,
sino Patrimonio de la Humanidad.


Siguen su destino, desde que nacen, hasta el infinito.
Y te olvidas hasta de su título…
pero están licenciados de por vida.


Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Fotografía del atardecer de esta misma tarde, hecha con estas gafitas que Dios me ha dado. 

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