Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

16 abr 2017

CUADRO SINTOMÁTICO EN EL ÁTICO

Ha entrado una alergia atroz, madrileña, por la ventana de mi casa, vestida de lagarterana, sin haber sido invitada y sin aviso previo, y me ha montado un tinglado de feria urbanística en la nariz que ando con tres clínex en cada dedo.

Le he dicho: “Hija, que no soy La dama de las camelias. Si quieres te canto Alfonsina y el mar, a ver si te vas. Ya que poemas nuevos no tengo, por si los viniste a buscar, o no te los quiero dar; que todo es posible”. Y se la he cantado.

De momento, no sé si habrá sido por haber desafinado entre lo ordinario y lo extraordinario, ha frenado en seco y se ha ido haciendo giros a la derecha o, lo que es lo mismo, piruetas.

¡Alergias a mí!... que les cambio rápidamente las letras de lugar y las convierto en alegrías. Y la tilde se la regalo. ¡Total, por una tilde no vamos a discutir!

Ángeles Córdoba Tordesillas ©




Alfonsina y el mar-Pasión Vega

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