Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

21 jul 2017

HUBO PODIDO SER UNA VEZ

La conoció y pasó de largo, deslumbrado por la belleza de otras.

Tres siglos después se dio cuenta de su error y quiso volver atrás en el tiempo.

Pero éste, que es muy suyo, dijo que no, que ni hablar de eso, que o la quería como era actualmente o que se fuera por donde había venido, es decir por el pretérito pluscuamperfecto y no por el presente del subjuntivo.

-... Ahora ya ella está como está, hecha un olvido. -Continuó advirtiéndole el tiempo- La mitad de su cabeza en la infancia, la otra perdida, en una nube, y a distancia... Que lo sepas.

-Bueno, tendré que pensármelo un poco… -Respondió, ciertamente aturdido, el susodicho, al tiempo; directo y sin rodeos.

Y el tiempo le dijo:

-Tú mismo. El arroz se os ha pasado ya a los dos, o sea que tranquilo.

-Vale.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

2 comentarios:

  1. Ingenio y gracia...combinación perfecta. Y como siempre, me sacaste una sonrisa ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues cuánto me alegro, querido Chema. Una sonrisa es, para mí, siempre una buena noticia.
      Muchas gracias por seguirnos, a mis gafitas y a mí.

      Eliminar