Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

1 jul 2015

AL AMOR

Es al Amor que escribo.
Porque no se le puede escribir a otra cosa.
Porque todo lo que ES, es Amor.
Siempre, a pesar de todo o con todo,
todo es Amor.
Es Amor este rincón,
lleno de desconcertante humanidad.
Ahora en verano y en cualquier estación,
en la que suspiro.
Pero el verano es Amor.
(¿Quién lo creería con este calor?)
Y esta rima cursi es Amor.
Y el ruido del frigorífico y las patatas, aunque engorden…
¡Pobres… que crecen bajo la tierra, tan humildes,
¿qué van a saber ellas de nuestras dietas
ni de nuestras “operaciones bikini”?!
Sólo quieren estar buenísimas, como para comerlas.
Como nosotras, las mujeres.
Y te depilas y te bronceas, y no te apetece ni lo uno ni lo otro.
Y te olvidas, fácilmente, de que eres Amor.
Incluso con vello en las piernas y absolutamente blanca
que no hay hombre en la tierra que te quiera mirar… eres Amor.
Y esperas que al pasar, todavía alguno se vuelva a sonreírte.
Nos distraeremos cada día, con cada día.
pero la vida es una cadena de días demasiado corta,
a veces no llega ni para un collar ceñido…
Pero el Amor es el material
con el que está hecho cada eslabón,
cada segundo.
Es el cuello, el Amor.
Y el Amor, El que nos la regaló…

Ángel C. T. ©2012

(En Madrid, Julio 2004, con una chicharrina insoportable; así como voy a pensar algo coherente)

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