Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

5 jul 2015

ROMANCE DE PUÑO Y LETRA

No era un mequetrefe de tres al cuarto ni nada parecido pero le castañeaban los dientes cuando comía pipas de girasol tostadas y cuando criticaba al prójimo, como a sí mismo.

-Juanito, no me pongas esas caras por nada. A ver ese sentido del humor, que no te despierta por las mañanas, lo hace más allá de la media tarde y te deja con carácter hosco, de ciento en viento.
-Tía, vengo del campo y no estoy para monsergas que los dientes me castañean de nuevo y no le he robado ni una pipa al girasol prestado.
-Tranquilo. Te prepararé una infusión, tipo tila, y tú mientras, si tienes a bien, me haces algún apaño en el enchufe del televisor que no puedo conectarlo y me estoy perdiendo las noticias que no vuelan hasta mi casa…
-Bueno.

Y Juanito, como es natural, hijo de Juan y de Juanita, los del pueblo de toda la vida de Dios, se desempeñaba bien en tareas de maña y no de fuerza. Había ido a la ciudad por tema de estudios pero finalmente los abandonó sin aprobados ni remordimientos, y se lanzó a los oficios de cabeza.  Así que consiguió que los informativos entraran por la puerta grande de ese hogar de su tía, por parte de padre. Eso sí, por mucha buena voluntad que le puso, no logró que las noticias cambiaran de rumbo ni de color... (triste, como la que de negro viste).

Ya que he olvidado contar sobre romances, ahora voy y deprisa y corriendo, improviso e invento que, in extremis, la vecina de su tía, que era mona y tenía estilo propio, pasó a pedir sal, se enamoró de cuajo de Juanito y formaron una pareja formal.

La tía se quedó encantada con este conocimiento, ni de libro ni con presentación previa, porque a partir del día de hoy, tiene a su sobrino cerca para que le resuelva todos los intríngulis domésticos de bricolaje armado pero ya no escuchará cómo le castañean los dientes

Y yo no tengo vela en este entierro pero he conseguido, no sé ni cómo, hacer a todo el mundo feliz o al menos, a los protagonistas de este romance de puño y letra.

De nada.

Ángel C. T. © 2015

4 comentarios:

  1. Un ratito agradable sí que he pasado con este relato.
    Gracias. (Emoticono de sonrisita).

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    1. Gracias a ti, Arantza. Tú me has puesto una sonrisa en la cara, no emoticono, con el tuyo.

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  2. Quid pro quo, yo la infusión, tu el enchufe. Y a mi que me empezaba a gustar ese romance con la vecinita. Es muy divertido Ángel.

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    1. Ese romance, de puño y letra puesto que sólo existe en la ficción de mis escritos, de momento va viento en popa y a toda vela, Manolo. Gracias.

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