Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

17 oct 2015

CORAZONES EN JUEGO

El que más limpio juega… el que no juega.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


9 comentarios:

  1. Claro pues la vida no es ningun juego. Un abrazo fuerte

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    1. Y en el amor, juega limpio el que no juega ni con su corazón ni con el corazón de otro.
      Un abrazo, Celia.

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  2. Una gran verdad, pero el que no juega tampoco arriesga.

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  3. Jugar siempre.
    Pero intentar jugar limpio, se puede.

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    1. Se puede jugar limpio en el juego del amor y siempre que los corazones lo hagan con las cartas sobre la mesa, puede ser muy divertido.
      Gracias, Arantza.

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  4. Yo tengo una cierta deformación profesional, y no veo todo blanco o negro, como tal vez lo vez algunos, sino que hay tal riqueza de matices, que no podemos generalizar.
    Yo creo que la vida es una especie de carrera de fondo, donde únicamente se corre, no se compite, aunque haya quien pretenda hacer de ella una competición. En esa carrera, nos encontramos con el amor, el desamor, las alegrías, los sinsabores, la sabiduría, la estulticia, el dolor, el gozo, la amistad -con todo lo que conlleva-, que también es una clase de amor, la sensibilidad, la emoción, el rencor, tal vez el odio.
    El amor es una parte de esa carrera; yo no creo que sea un valor absoluto, o una verdad absoluta, porque desde mi humilde opinión, lo único definitivo que no admite réplica de contrario, es que nacemos y que nos morimos.
    Yo no creo que con amar basta, y fueron felices y comieron perdices. En el amor hay tal cúmulo de circunstancias, que no puede haber un concepto tan genérico y tan ambiguo. Pulula el entendimiento, la comprensión, la convivencia, la comunicación, el perdón, la pasión, la cercanía, pero también posible decepción, la posible intolerancia, los celos......
    Si no avanzas en esa carrera, te puedes quedar varado y entonces la vida pasará sobre ti, no tu sobre la vida. Si no asumes riesgos en todos los sentidos, también en el riesgo de cometer errores, de jugar mal tu partida, o el riesgo de la decepción en el amor, en la familia, en la amistad, en el trabajo, en tus relaciones del tipo que sean, estás varado, tal vez no te caigas nunca, pero tampoco valorarás el esfuerzo personal por levantarte, tampoco conocerás el afán de superación, para vencer las dificultades.
    Por supuesto, si no juegas, no hay riesgos, y el ganar o no ganar, parto de la idea que no competimos y que tal vez ganemos para nosotros mismos.
    En el amor, o en el juego del amor (esto habría que matizarlo ad limiten, porque seguro que puede entenderse mal, y habrá quien lo entienda mal) considero que siempre hay que jugar con las cartas boca arriba, sabiendo que es lo que hay y que es lo que no, y tomar las decisiones precisas en función de ello, asumiendo o no, los riesgos que la sinceridad nos indique.

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    1. Una buena e intensa exposición de tu punto de vista, Manolo. Muy agradecida de que la hayas compartido en esta nube, juguetona.
      Todas las opiniones son bienvenidas.

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