Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

9 sept 2016

TRAJÍN NOCTURNO

A Martina le gusta comer medianoches a media noche, por sugerencia del nombre de éstas que no de su dietista. Y se levanta y se pega un atracón de mucho cuidado, y eso que quiere perder peso.

-Pero Martina, no puedes comer tantas medianoches, de madrugada, porque tiras por tierra la dieta que haces diurna, de comer poco o nada. Eso... y que llenas la cama de migas.
-Caray, es que me acuesto con un hambre voraz… ¿qué quieres que haga, Filipo?
-Pues calmarte y besarme, a ver si así se te pasa el apetito.
-¡Si, hombre… tendrá mucho que ver el vacío de estómago con el corazón para esos haceres del amor!
-Pues si quieres mañana probamos. Igual te llevas una sorpresa y estás tan entretenida que adelgazas sin darte cuenta.
-Bueno, me gustaría darme cuenta, por lo menos. Y eso que dicen que el dulce engorda pero yo contigo, y tu cariño, ni un gramo he ganado, que todo ha sido por comer a destajo. Te quiero Filipo, desde que te conocí, trabajando como gondolero en Venecia aquél domingo…
-Y yo te amo, Martina, y aunque no seas tan esbelta como Mónica Naranjo, me da lo mismo.
-Muy bien, pues mañana ración doble de cariño, te la has ganado a pulso… acelerado, Filipo. Ahora ya, satisfecha por las medianoches y por el acuerdo futuro establecido… durmamos, amor mío.
-Venga, que los kilos esperan… y esos acuerdos, bien acordados, no sólo son para los políticos

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


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