Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

29 may 2017

HOY NO ESCRIBIRÉ NADA

Hoy estaré callada.
Mejor el silencio que gastar palabras.
Porque no merece el día ni uno sólo de mis versos.
Esto que hago ahora es jugar con el teclado.
Pero no le pondré sentido ni sentimiento.
Igual me da ver la televisión
que bailar un tango con la escoba, incluso un vals.
Mi estado de ánimo está indiferente.
No le afecta a mi corazón tan poca cosa.
Se me cae el mundo encima, ¿y qué?…
Como si es Mercurio.
¿Que me tapa los ojos?
Mejor, así ya tengo flequillo.
Mientras no me obstaculice, cortándome el paso…
Ocho, ochenta… o noventa.
Igual me da todo.
Ya me veis. Completa y entera.
Que se entere bien.
Que no me altero por menudencias…

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


2 comentarios:

  1. Por menudencias ni moverse, salvo que merezcan la pena las menudencias, que suele ser que no, porque si merecieran la pena, se llamarían de otra manera.

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